Esta es una afirmación que, a nosotros, personalmente, nos deja pasmados.

Y lo peor de todo es que la oímos muy a menudo y que mucha gente nos hace la siguiente consulta:

¿Qué puedo beber que no sea agua? Es que el agua no me gusta, no sabe a nada…

En el mundo occidental el acceso al agua se da por hecho y se ha convertido en un asunto trivial.

¿Cómo hemos llegado al punto de que:

  • haya gente que diga que el agua no le gusta,
  • cada vez más familias pongan bebidas carbonatadas en la mesa en vez de una jarra de agua,
  • y la peor: que haya niños con refresco de cola en el biberón?

Ya no somos capaces de apreciar los ilimitados beneficios del agua en nuestra salud y en la de nuestro planeta. Sin agua, sencillamente, no hay vida.

La Tierra es agua en un 70%. Nuestro cuerpo está compuesto por agua en un 70% aproximadamente y es esencial para su correcto funcionamiento.

Una de las funciones más importantes es la de medio de transporte de nutrientes hacia los tejidos y de toxinas de los tejidos hacia el exterior. Sin ella no podríamos expulsar suficiente materia de deshecho de nuestro organismo. Su acumulación y almacenaje en el hígado y los tejidos conjuntivo y adiposo es uno de los principales desencadenantes de diversas enfermedades.

La importancia del agua está fuera de toda duda pero son varias las preguntas:

 

¿Qué agua elegir?

 

A) Agua de manantial

Viviendo en una parte del mundo en la que el agua potable es abundante (aunque esto está empezando a cambiar) y en la que tenemos fácil acceso a agua del grifo o embotellada de calidad razonable, a menudo se nos olvida otra fuente de agua mucho más auténtica y natural: el agua de manantial.

El agua ideal para el consumo humano es, a nuestro parecer, el agua de manantial, es decir, la que brota naturalmente de la tierra, agua en su estado natural. Dependiendo del tipo de roca por la que discurre y el tiempo de permanencia en el subsuelo presenta una determinada composición química (minerales y oligoelementos) que la hace única.

DSC_0031 AGUA FUENTE 2

Hace unos años un amigo nos enseñó donde encontrar el manantial más cercano a nuestra casa. Está sometido a frecuentes controles de calidad y los resultados de los análisis pueden ser consultados en un panel informativo al lado.

Desde entonces, intentamos siempre que podemos acercarnos a ese lugar y beber agua de manantial.

Cuando uno de nuestros primeros clientes se inscribió para el programa de rewilding coaching de un mes de duración, lo primero que hicimos, a modo de sorpresa, fue dejarle una botella de agua de manantial a la puerta de su casa. Al terminar el programa nos regaló una preciosa tinaja de cristal como agradecimiento por el proceso de coaching.

B) Agua en los alimentos

Junto con la que nos ofrecen los manantiales, una fuente nada despreciable de agua y que poca veces se tiene en cuenta es la que contienen los alimentos ricos en ella: frutas y verduras. Es un agua estructurada con un poder de hidratación muy superior. Además, sus minerales son orgánicos, es decir, fácilmente asimilables por el organismo humano, a diferencia de los minerales inorgánicos que contiene el agua, apenas asimilables.

 

¿Qué cantidad de agua beber?

Llevamos años escuchando que hay que beber de 1,5 L a 2 L de agua al día.

Pero ¿de dónde salió esa medida? No me puedo imaginar en los siglos pasados a la gente  contando los vasos de agua que bebía. Es más, todavía no se ha podido demostrar la evidencia de beneficio o ausencia de beneficio sobre la salud de beber más o menos agua.

Beber demasiada agua puede ser incluso perjudicial para la salud:

  • Se diluyen los jugos gástricos necesarios para la digestión si bebes demasiado durante la comida o la digestión
  • Se diluye la concentración de minerales en la sangre desequilibrando la proporción necesaria entre ciertos de ellos, como el sodio y el potasio.

Por supuesto que hay casos particulares en los que una mayor ingesta de agua pueda ser necesaria como el embarazo, la lactancia, el deporte, etc.

Pero debemos confiar en nuestro instinto, en nuestro organismo, escuchar sus necesidades y beber cuando uno tiene sed. Es lo natural.


El lado espiritual

Por alguna razón, nuestro viaje semanal a la fuente de agua tiene algo de espiritual. Es como conectarnos con la forma con la que nuestros ancestros vivían, en completa armonía con la naturaleza.

Por supuesto, admitimos que no siempre es fácil, ni tenemos ganas o tiempo de:

  • preparar las botellas,
  • desplazarse hasta allí (unos 15m en coche)
  • y, algunos días, hasta hacer cola si hace buen tiempo o no queda otra que ir el fin de semana.

Y admitimos, igualmente, cuánto nos tienta muchas veces dejarnos de complicaciones y acercarnos simplemente a la tienda más cercana y comprar un par de botellas.

DSC_0063 agua 3

En estos casos intentamos reconectarnos con ese sentir ancestral y aprovechamos para combinar la salida con la práctica del MovNat, un jogging o un simple paseo relajado por el bosque cuando el tiempo lo permite. Y en invierno es hasta divertido transportar la botellas en un trineo. También nos gusta charlar con la gente que está en la cola. Personas de todo tipo, cada una de las cuales se ve atraída, por alguno u otro motivo, por la fuerza del manantial.

Es una forma extraordinaria de pararnos a pensar en todas aquellas personas que tienen que recorrer largas distancias cada día para acceder a un bien escaso para ellos y demasiado evidente para nosotros. Lo que para ellos es una caminata vital, para nosotros es un paseo ‘inspirador’.

Así que nuestro consejo es claro: encuentra el manantial de agua más cercano a tu casa y convierte el desplazamiento en un ritual familiar, con amigos o en solitario, disfruta del aire libre mientras rellenas tus botellas y mientras piensa que:

  • el agua no es agua sin más,
  • es un bien vital,
  • muchas personas no han bebido agua limpia en su vida.

Y la próxima vez que bebas agua, venérala como fuente de vida que es.

Ahora es tu turno, cuéntanos. ¿Eres de los que les cuesta beber agua? ¿Sabes ya dónde está el manantial más cercano? 

Un abrazo,

firma

 

 

 

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Soy Kiki Nárdiz, coautora del blog Rewilding Drum, desde el que comparto estrategias y herramientas para ayudarte a salir del automatismo y a recuperar la energía vital a través del contacto consciente con la naturaleza. Te regalo mi guía “7 errores que te alejan de tu naturaleza salvaje y cómo solucionarlos”.

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