Entramos en esa época del año en la que se ponen a la venta dietas milagrosas de todo tipo y productos mágicos que te permiten perder peso mientras duermes.

Humo y nada más que humo para entretenernos y hacernos perder de vista el objetivo real: crear una vida más sana, más libre y de paso más salvaje. Y una de las consecuencias inevitables será perder peso.  

Poco te van a hablar, por lo tanto, de qué haces mal exactamente y por qué no adelgazas. Tampoco te van a decir que no hace falta que te gastes un dineral ni que basta con cambiar un par de hábitos para que puedas obtener resultados más que visibles.

¿Por qué?

Porque es gratis y no tienes que comprar productos raros ni seguir planes de adelgazamiento imposibles y llenos de privaciones.

Hoy te quiero hablar de tres errores que yo misma he cometido durante mucho tiempo por pura desinformación. Sin embargo, una vez corregidos, los resultados fueron más que alentadores. Y no te preocupes, que no se trata del “amimefuncionismo” tan en boga hoy en día. Son errores avalados por la ciencia. Aquí te dejo un par de estudios este y este), por si quieres profundizar en el tema. 

Ya sabrás que en rewilding drum apostamos por la vuelta a los orígenes para resolver los problemas de las sociedades occidentales actuales (obesidad, estrés, burnout, desmotivación, falta de energía, etc.). Y, nos guste o no, nuestros genes son todavía 99.5% idénticos a los del Homo sapiens, que era una raza fuerte y sana. Y ¿cómo lo lograban? Viviendo en armonía con el medio natural, alimentándose de lo que este ofrecía, sin procesamientos industriales y moviéndose mucho para obtener el alimento y (sobre)vivir. 

 

Error nº 1: Comer hidratos de carbono en exceso

Queda claro que hace 10.000 años, antes de la agricultura, no se consumían apenas cereales.

Lo habrás oído en más de una ocasión pero ya te está chirriando la idea solo de pensar en dejar el pan.

Antes de cerrarte en banda, ¿por qué no lo analizas? La mayor parte de la población occidental consume glúcidos en exceso:

  • pan o cereales para el desayuno
  • pastas, arroces o tubérculos para la comida
  • ídem para la cena
  • todo ello acompañado por snacks y bebidas ricos en azúcar a lo largo del día

No digo que sea tu caso pero echa un vistazo a tu rutina diaria y anota el porcentaje de hidratos que consumes. Seguro que te sorprende.

 

¿Por qué es un problema?

 El exceso de hidratos de carbono (azúcares y almidones) en nuestra dieta es la causa de sobrepeso número uno.

Por supuesto que no todos los hidratos son iguales y que una cantidad mínima es necesaria.

Distinguimos dos tipos:

1. Los industriales, a partir de cereales y azúcares refinados: pan, pasta, bollería, galletas, pizzas, etc.

2. Los que te ofrece la natureza, sin procesamiento industrial: frutas, verduras, tubérculos, como el boniato o la remolacha, y los pseudocereales, como la quinoa o el trigo sarraceno.

Su consumo excesivo, en particular del primer grupo, te impide adelgazar por las siguientes razones:

  • Provoca el aumento de la glucosa en la sangre. La glucosa es vital. Es absorbida por las células y vale para producir energía. Si sobra, se almacena en los músculos y en el hígado. Al haber poco sitio, lo que queda se almacena en forma de grasa.
  • Para metabolizarla, el páncreas segrega la hormona insulina. Si hay constante presencia de insulina en la sangre, lo que suele ser el caso en la mayoría de los occidentales, se producirá menos testosterona y menos hormona del crecimiento, ambas necesarias para quemar grasa. Se quemará antes la glucosa, pero como siempre está presente, nunca se llega a quemar la grasa.

Pero además:

  • El equilibrio hormonal solo se puede restaurar reduciendo drásticamente la ingesta de hidratos de carbono, en especial los de tipo industrial.
  • Los hidratos de carbono industriales (pastas, arroces, pan, galletas, bollería…) necesitan de vitaminas y minerales para su absorción. Como carecen de ellos, tienen que utilizar las reservas presentes en nuestro organismo, por lo tanto, nos desmineralizan.
  • Llenan momentáneamente pero no sacian, por lo que comes más.
  • Y para colmo ¡son adictivos!

Creo que el mensaje está claro, ¿no?

 

Error nº 2: No comer suficientes grasas

Durante años hemos vivido con el mito de que la grasa es mala, en especial, la grasa saturada, por su supuesta relación con enfermedades coronarias y un elevado colesterol.

Sin embargo, ninguna de las dos hipótesis se ha podido demostrar hasta la fecha. Lo que si se ha podido constatar es la relación entre ambas patologías y un elevado consumo de azúcares y almidones. Más información al respecto aquí.

De nuevo, hemos de distinguir entre dos grupos de grasas:

1. Grasas industriales: aceites vegetales refinados y grasas trans, derivadas de hidrogenar los aceites vegetales (como margarinas, por ejemplo)

2. Grasas naturales: presentes por naturaleza en determinados alimentos vegetales, como semillas o frutos secos, y animales, como la mantequilla y los pescados grasos.

  • Entre las mejores, dentro de las vegetales, se encuentran el aceite de oliva y el aguacate, para consumir en crudo y así evitar la oxidación, y el aceite de coco para cocinar, ya que es más estable y soporta mejor las altas temperaturas sin degradarse.
  • En cuando a la grasa de origen animal, la auténtica mantequilla y el ghee (mantequilla clarificada) son buenas fuentes de grasa saturada junto con la presente en pescados grasos (salmón, sardina).

La grasa combinada con proteína tiene un efecto saciante mucho más elevado.

Así que, se trata de evitar las del grupo 1 y favorecer, sin miedo, las del grupo 2. 

Consumir grasas naturales es importante por las siguientes razones, entre otras:

  • Son una gran fuente de energía. Cuando se acaba la glucosa la grasa es su proveedora
  • Son necesarias para regular el funcionamiento hormonal
  • Como ya he mencionado, tienen un elevado poder saciante en combinación con proteínas y vegetales frescos de alta calidad
  • Facilitan la absorción de las vitaminas liposolubles (ADEK) y favorecen la fijación del calcio en los huesos. A más absorción de nutrientes, más saciedad
  • Favorecen la actividad cerebral
  • La grasa saturada es imprescindible en la formación de la membrana celular, protectora de las células, así como del sistema nervioso.

 

Error nº 3: No movernos lo suficiente

Esto ya lo sabes. El cuerpo está programado para el movimiento. Sin embargo, el mundo en que vivimos está hecho para todo lo contrario: coches, sillas, sofás, ascensores, escaleras mecánicas, etc. No favorecen para nada el movimiento (lee este artículo si quieres saber más sobre el tema).

Se come más que nunca pero a la vez se quema menos que nunca.

El ejercicio físico es imprescindible para:

  • Quemar grasa
  • Crear masa muscular magra
  • Impedir que el metabolismo se ralentice

Recuerda que el fin no es quemar calorías sin más, sino ganar salud y bienestar.

Elige la actividad que más te guste pero muévete, TODOS LOS DÍAS. Camina, corre, nada, baila, monta en bici, sube escaleras… Lo que sea pero que te guste, que lo disfrutes realmente y que te mantenga motivado. No solo perderás peso sino que ganarás bienestar.

Ahora es tu turno.

¿Cometes alguno de estos errores? ¿Quieres compartir otros?

Un abrazo,

kiki firma

 

 

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Soy Kiki Nárdiz, coautora del blog Rewilding Drum, desde el que comparto estrategias y herramientas para ayudarte a salir del automatismo y a recuperar la energía vital a través del contacto consciente con la naturaleza. Te regalo mi guía “7 errores que te alejan de tu naturaleza salvaje y cómo solucionarlos”.

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