


Quítate los zapatos, ahora
Todavía oigo la voz de mi madre y de mi querida abuela implorando que nos pusiéramos los zapatos o las zapatillas. «¡Niña, que te vas enfriar!». Y tan incrustados llevaba yo esos mensajes en el cerebro, que me costó horrores empezar a descalzarme, una vez que fui...