Como reza la canción, nací en el Mediterráneo y pasé todos los veranos de mi niñez jugando en sus playas.

De aquellos años tengo muy bonitos recuerdos pero lo que no encuentro por ningún rincón de mi memoria es el hecho de que, cada mañana, tuviera que embadurnarme con crema solar antes de ir a la playa.

Tampoco recuerdo haberme quemado alguna vez o haber sufrido una insolación, pero sí  que evitábamos las horas de más calor.

Un buen día empezaron a anunciar por la tele que había que protegerse de los efectos nocivos del sol, que no eran pocos. Con el paso del tiempo se fue creando tal psicosis que muchos llegamos a pensar que lo mejor era quedarse en casa o salir con armadura.

Como la mayoría, en mi familia picamos el anzuelo y empezamos a usar cremas. En la mía y en otras muchas, lo hacíamos creyéndonos así más protegidos, pero exponiéndonos al sol mucho más tiempo que antes.

Hoy en día, las campañas publicitarias, basadas en el miedo, nos siguen presentando al sol como el enemigo número uno de la piel. Y, sin embargo, nada más lejos de la realidad.

Por ello me he decidido a escribir este artículo, para:

  • devolverle al astro solar el lugar que le corresponde
  • darte algunos consejos con los que puedas disfrutar sin miedo de todos sus beneficios

 

Más educación y sentido común, menos «protección»

 

Sin sol no habría vida en nuestro hermoso planeta.

Desde hace siglos se conocen las virtudes de la helioterapia para tratar las afecciones óseas, como el raquitismo, problemas de la piel y ciertas patologías de carácter infeccioso.

El sol es un nutriente más de nuestro organismo y nuestros ancestros han vivido durante miles de años sin cremas solares, ¿no?

Los rayos ultravioleta son imprescindibles para gran cantidad de procesos vitales. Uno de ellos es la síntesis de vitamina D que es esencial para una eficiente absorción del calcio y así mantener unos huesos fuertes, también para el buen funcionamiento de los órganos. Además, interviene en los procesos del sistema inmunitario y ayuda a prevenir la degeneración de la función cognitiva, entre otros.

En la actualidad, se relaciona la deficiencia en vitamina D con el uso de cremas solares y con un mayor riesgo de contraer el temido melanoma. La controversia al respecto es evidente. Te recomiendo leer este informe si quieres ahondar en la materia.   

Estoy convencida de que, cuando se hace de la forma adecuada, la exposición solar no es solo segura, sino necesaria para una salud óptima.

Y la solución no está en las cremas

 

La dosis

 

La dosis saludable de sol depende de varios factores:

  • latitud y altitud
  • hora del día: la radiación solar es más potente en las horas centrales del día
  • tipo de piel: las más claras son más sensibles que las más morenas
  • alimentación: es recomendable llevar una dieta rica en antioxidantes para crear un sistema de defensa interno (frutas y hortalizas crudas, frutos secos, hojas verdes, germinados, en particular tomates, melones, cúrcuma, bayas, pimientos, alimentos ricos en omega 3, té verde…)
  • si se toma el sol tumbado o en movimiento: la radiación es más intensa cuando permaneces tumbado.

Lo ideal sería tomar el sol todos los días del año que sea posible, por cortos periodos de tiempo, aunque sean 10 minutos, para que la piel esté acostumbrada y evitar quemaduras más adelante.

Es de locos que llegue el mes de julio y nos lancemos a la playa blancos como mozzarellas para permanecer allí durante horas.

 

Recomendaciones

 

  • En verano se impone tomar el sol de forma progresiva para que la piel se acostumbre. Es difícil decir cuánto ya que depende del tipo de piel. Las más claras y sensibles pasarán menos tiempo que las más morenas. Lo mejor es observar que no se produzca enrojecimiento de la piel. Hay personas que enrojecen con solo 10 o 15 minutos, otras después de 30. Aprende a conocer tu piel. Eso sí, deja al descubierto el mayor número de zonas posible ya que tenemos receptores de vitamina D bien repartidos por todo el cuerpo.
  • Es preferible tomar el sol en días alternos en vez de muchas horas seguidas el mismo día, evitando las horas centrales.
  • Los jabones, el agua dura (con mucha cal) y las cremas solares inhiben las secreciones naturales de la piel, que la protegen de forma natural y filtran los rayos solares. Por ello, es recomendable no ducharse ni enjabonarse antes de tomar el sol ni inmediatamente después.
  • La mejor protección son las camisas y los sombreros.
  • Evitar las quemaduras.
  • Llevar una alimentación rica en antioxidantes como explicado en el apartado anterior.
  • La exposición prolongada es la que favorece el envejecimiento y el cáncer de piel.

 

¿Qué crema me pongo?

 

La mejor crema es la que no te pones. Y, ¡ojo!, que con esto no digo que no tomes precauciones para protegerte. Vuelve al leer el apartado de arriba. 

Las cremas convencionales y sus filtros solares, además de ser una catástrofe para el medio ambiente (flora y fauna marítima, incluidos los arrecifes de coral), nos intoxican y nos dan una falsa sensación de seguridad. Creemos que podemos exponernos más al sol y a cualquier hora pero no es cierto. Los filtros solares sintéticos privan a la piel de la señal de alarma ante el exceso de exposición y sufre en silencio mientras que los demás componentes del espectro luminoso siguen actuando sobre ella.

Por otra parte, ¿has intentado leer alguna vez la etiqueta de estas cremas? Habría que ser, como mínimo, doctor en química para entender algo. Te ahorro el trabajo y te doy ya algunas pistas sobre los ingredientes más peligrosos:

  • Oxibenzona: disruptor endocrino (capaz de alterar el equilibrio hormonal del organismo).
  • Octyl-methoxycinnamate: actúa como si fueran estrógenos, por lo tanto también desequilibra el funcionamiento del sistema hormonal.
  • Retinol palmitato: es una especie de vitamina D que se deteriora ante la excesiva exposición al sol y podría provocar tumores en la piel aunque, de momento, no hay estudios concluyentes al respecto. Yo diría que, ante la duda, un no a este ingrediente.
  • En cuanto a los llamados filtros solares naturales, utilizados en muchas cremas ecológicas, de momento no hay estudios que demuestren su absoluta inocuidad:

El dióxido de titanio, tanto en nano partículas como no, ha sido catalogado como cancerígeno por la       agencia internacional de investigación sobre el cáncer.

El óxido de cinc, incluso sin nano partículas, es más seguro que el anterior pero puede provocar     reacciones alérgicas y ser tóxico si se inhala, por lo que se requiere máxima precaución si se manipula en casa para hacer cremas caseras. Tendría también efecto bioacumulativo (se acumula y se concentra de forma muy elevada en organismos vivos).

Siempre me ha gustado la máxima de la cosmética natural:

“no te pongas en la piel lo que no pondrías en tu plato”

por lo que yo no los recomendaría porque estoy convencida de que, tomando las precauciones correspondientes, menos es más.

 

¿Con o sin gafas de sol?

 

De nuevo, todo con moderación.

Ponerse las gafas en cuanto sale un rayo de sol no es lo más apropiado ya que privan al cerebro de la información necesaria sobre el nivel de iluminación real. La retina es un receptor-emisor que informa ininterrumpidamente a la piel sobre la composición y la cantidad de luz en el ambiente para que pueda adaptarse de forma adecuada. Si vamos a todas horas con gafas de sol le impedimos que obtenga la información oportuna.

Al igual que hacemos con la piel, lo mejor es aclimatar la vista a la luz intensa de forma progresiva. Por ello, es mejor el uso de viseras o sombreros y de tus propios párpados para regular la luminosidad que llega a los ojos. Así, las pupilas irán ganando en elasticidad e, incluso, mejorarás la vista. La mejor luz a estos efectos es la de primera hora de la mañana.

Por lo demás, el uso de gafas de sol se impone si pasas muchas horas al aire libre, especialmente en altitud y en zonas costeras.

Así que, sol sí, gracias, pero con las precauciones necesarias.

 

En el próximo boletín te daré algunos consejos para el cuidado de la piel en verano con plantas, ¡así que no te lo pierdas!

Entre tanto, no te escondas y ¡cuéntame!

¿Cómo te proteges del sol?

¿Tienes también la creencia de que es maligno o por el contrario sabes cómo disfrutar de todos sus beneficios?

¡Un abrazo!

kiki firma

 

NOTA IMPORTANTE: EL CONTENIDO DE ESTE ARTÍCULO TIENE UNA FINALIDAD ÚNICAMENTE INFORMATIVA, Y NO NOS HACEMOS RESPONSABLES DEL USO QUE SE HAGA DEL MISMO.

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Soy Kiki Nárdiz, coautora del blog Rewilding Drum, desde el que comparto estrategias y herramientas para ayudarte a salir del automatismo y a recuperar la energía vital a través del contacto consciente con la naturaleza. Te regalo mi guía “7 errores que te alejan de tu naturaleza salvaje y cómo solucionarlos”.

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