¿Empiezas el día consultando tu móvil?

¿Te acompaña también al baño?

¿Las pantallas se han convertido en tu tercer brazo?

¿No concibes pasar un solo día sin utilizar dispositivos electrónicos?

Si has respondido de manera afirmativa a una o más de estas preguntas, es muy posible que haya llegado el momento de desintoxicarte.

Y ahora la pregunta más preguntona: ¿por qué y para qué lo haces?

¿Quizás por pura inercia o para evadirte de algo que no quieres afrontar?

¿O será que tienes miedo de perderte algo o quieres formar parte de demasiadas cosas?

No te culpes.

Todo ha sido perfectamente diseñado para que dichos dispositivos se conviertan en adictivos, a pesar de que las mismas marcas te ofrecen toda suerte de aplicaciones y gadgets para, supuestamente, facilitarte la tarea de mantener su uso a raya. 

Y sin embargo, es importante darse cuenta de que el uso de pantallas (tv, movil tablet, relojes, e-readers…) no es ni bueno ni malo. Todo depende nuestra capacidad para utilizar la tecnología a nuestro favor.

Estamos en la era digital y queremos sacar provecho de todas las ventajas y oportunidades sin olvidarnos en ningún momento del ser salvaje que todavía somos. 

Y para llevar a cabo semejante desafío, la mejor herramienta que conozco es el minimalismo digital.

Para saber en qué punto estamos basta con:

  • tomar conciencia de nuestro comportamiento con la tecnología: ¿la usamos para evolucionar o para distraernos?
  • establecer prioridades con uno de nuestros bienes más preciados: el tiempo.

El objetivo no es otro que recuperar nuestro tiempo para ganar calidad de vida. 

¡Nada más y nada menos!

Te ha preparado una sencilla guía en 13 pasos. Las propuestas que te hago son accesibles para todos,  algunas evidentes, otras quizás ya las apliques. 

¡Nos vamos!

 

1- Empieza el día conectando con la naturaleza, en lugar de conectar con el mundo virtual.

Aunque te parezca mentira, la manera en la que empiezas tu día, marca el resto de la jornada.

Si nada más levantarte, o incluso en la cama, ya estás metiéndote en el mundo de otros (redes, noticias…) las posibilidades de que te llenes de inquietud y ansiedad a primeras horas de la mañana son muy elevadas.

Si por el contrario decides conscientemente empezar el día pensando en ti y en lo que quieres realmente, el resto de la jornada transcurrirá mucho más calmada y te tomarás lo que llegue con más sosiego.

Para lograr esto, nada mejor que conectar de alguna manera con la naturaleza, incluso aunque vivas en una gran ciudad. Aquí tienes algunos ejemplos:

  • Abre la ventana y respira 
  • siente la temperatura sin consultar la app del tiempo
  • trata de averiguar qué hora es sin mirar el reloj, dejándote guiar por la luz
  • escucha a los pájaros cantar ¿de qué pájaros se trata?
  • camina descalz@
  • desayuna alimentos frescos que vienen directamente de la naturaleza para llenarte de energía vital

Si todavía no tienes un ritual matinal para empezar el día con foco y energía, te animo a que crees el tuyo cuanto antes. Aquí te comparto el mío por si te inspira.

 

2 – Toma conciencia de la luz

 

En la naturaleza todo es ritmo.

Uno de los más estudiados es el ritmo circadiano (que se repite cada 24 horas), el cual va marcado por la alternancia de luz y oscuridad con la que hemos vivido la mayor parte de nuestra existencia. 

Con la llegada de la luz eléctrica, este ritmo se vio seriamente alterado ya que, tanto nuestra exposición a la luz natural como a la oscuridad, se redujo notablemente. 

Existen diferentes tipos de luz, y la misma cantidad de luz en diferentes momentos durante el día tiene efectos significativamente diferentes en el reloj circadiano. 

Según la longitud de onda, la luz cambia de color, siendo la azul de onda corta y la roja de onda larga. 

La luz solar es azul y es la que nos mantiene activos durante el día. La naranja es la que se produce al atardecer para favorecer el sueño y el descanso.

¿Y qué tiene que ver esto con el minimalismo digital? 

Todo, ya que la luz que emiten los dispositivos electrónicos es azul.

Cuando estamos expuestos a este tipo de luz, en especial por la tarde, y sobre todo antes de ir a dormir, se inhibe la melatonina, hormona que nos ayuda a conciliar el sueño.

Es muy importante ser consciente de este dato y evitar el uso de pantallas, sí o sí, como mínimo, dos horas antes de dormir.

El siguiente paso hacia el minimalismo digital es ir revisando todos los dispositivos que utilizamos para saber cómo usarlos de manera más eficaz e incluso, por qué no, plantearnos la posibilidad de dejar de usarlos.

 

3 – Vivir sin tele

Empiezo con este dispositivo porque ha sido el primero que abandonamos en nuestra familia.

Si bien nunca hemos sido de ver mucha tele, desde hace 5 años decidimos dejar ir este aparato. Lo más curioso del tema es que en ningún momento lo echamos de menos.

Esto nos hizo darnos cuenta, todavía más, de la cantidad de cosas que hacemos por inercia, sin cuestionarnos el por qué ni el para qué las hacemos.

A pesar de los cientos de canales de los que se dispone hoy en día, hay muy poco contenido de valor. Sentarse en un sofá a zapear, siempre nos ha parecido otra de las muchas señales de decadencia humana.

Consideramos que ver la tele es una pérdida de tiempo, además de ser una actividad completamente pasiva en la que absorbes contenido de mala calidad mientras te lavan el cerebro con publicidad y mensajes subliminales sin fin.

No me creas, pruébalo. 

Apaga el televisor durante una semana. Te sorprenderá averiguar que no lo has echado de menos.

El siguiente paso es deshacerse de él. Si lo consigues, habrás dado otro pasito más hacia tu buscada libertad.

 

4- Móvil: míralo de frente 

Los que hemos vivido una parte importante de nuestra vida sin móvil, sabemos lo que eso significa y todavía podemos comparar. 

Sin embargo, nuestros hijos nacieron con el móvil puesto, por así decirlo y ni por asomo se imaginan una vida sin este artilugio.

Desde mi punto de vista es un instrumento sumamente útil, que nos facilita la vida para muchas cosas.

Lo que más me gusta de él es su carácter minimalista: tienes todo en uno. Hasta no hace tanto, teníamos varios aparatos para lo que hoy cabe en un movil: telefono, camara de fotos, gps, agenda, libros, mapas, guías de todo tipo, etc.   

Pero por otro lado, se puede convertir en un objeto altamente adictivo, sin el que muchas personas no pueden salir de casa.

En este sentido, se ha llegado incluso a acuñar el término nomofobia (no-mobile-phone phobia), o lo que es lo mismo, la dependencia al teléfono móvil llevada al extremo.

Hemos relegado demasiadas cosas a nuestro santo móvil y no es de extrañar que el cerebro se atrofie por falta de uso.  

Analiza tu caso: ¿cuántas veces al día lo consultas?

Seguro que no te sorprende saber que no pasamos más de una hora sin consultar aplicaciones como Whatsapp, incluso mientras conducimos.

La invitación, de nuevo, es a tomar conciencia sin demonizar nada.

Todos queremos recuperar nuestro tiempo y para ello es necesario saber dónde lo perdemos. Y te aseguro, que la mala gestión del uso del móvil es uno de los principales ladrones.

Lo que más te recomiendo:

  • Desactiva todas las notificaciones. El motivo es sencillo: dejar de vivir al ritmo de los demás. No hay que responder a todo y a todos inmediatamente. Marca tus límites y no te dejes avasallar por las expectativas de los demás. No eres peor persona por ello, te lo aseguro. Respétate a ti y a tu tiempo primero. Si te parece demasiado drástico mantén solo las notificaciones de algún número determinado, como el de tus hijos o el de tu pareja.
  • Elige determinados momentos al día para consultar el móvil. En serio, el mundo no se acaba porque dejes de mirarlo compulsivamente por todo lo explicado en el punto anterior.  
  • Revisa todas las aplicaciones que te has descargado. ¿De verdad las usas todas? Trata de reducirlas al máximo. Por ejemplo, puedes decidir consultar redes y el correo electrónico solo dos veces al día, y desde el ordenador. De ese modo no estarás pendiente continuamente .
  • Haz limpieza en los grupos de Whatsapp. Seguro que la mayoría no te aportan nada. Esta tendencia a la hiperconexión es agotadora. Estar en contacto con aquellos seres queridos que viven lejos es estupendo, pero ten cuidado de no desconectarte de los que viven contigo.  Si te da miedo dar este paso haz el siguiente ejercicio: imagina cómo te sentirías una vez que has dado el paso de dejar determinado grupo. Si sientes alivio, ya sabes lo que tienes que hacer. Antes de abandonar el grupo explica amablemente que estás dejando de usar esta aplicación y, no solo te entenderán, sino que incluso se planteen hacer ellos lo mismo.

Gracias a estos gestos ganarás, no solo tiempo, sino atención y concentración. 

 

5- Ordenador: míralo de frente 

 

El siguiente paso es afrontar el ordenador. 

  • Lo primero que te propongo es que limpies el escritorio de iconos. Revisa uno por uno y posiblemente te sorprenda comprobar que la mayoría ni los usas. En caso de que sí lo hagas, mételos todos dentro de una sola carpeta y listo. Elige una foto como fondo de pantalla que te inspire o tu panel de visualización digital.
  • Después analiza las carpetas. Sería estupendo que pudieras simplificarlas a unas tres o cinco máximo, según tus necesidades. En mi caso utilizo Google Drive desde hace años, por lo que tengo pocos documentos en el ordenador. Te animo a probarlo, te ahorrarás mucho espacio y caos innecesario.
  • Por último, y quizás esta sea mi recomendación más importante, cada vez que abras el ordenador, hazlo con una intención muy concreta. Seguro que te suena eso de: “voy a escribir tal artículo o responder tal email”, y cuando te quieres dar cuenta resulta que llevas una hora navegando sin rumbo fijo por la red o las redes sociales y ni te acuerdas de lo que querías hacer inicialmente. Determina cual es tu intención antes de abrir el ordenador, si es necesario hazlo por escrito:

                 – voy a escribir un artículo

                 – voy a gestionar las redes

                 – voy a responder correos

                 – etc

Escribe ese artículo y deja el ordenador. Date una vuelta, tómate un té, haz un par de abdominales, lo que te apetezca.

Antes de abrir el ordenador de nuevo, fija una nueva intención y procede de la misma manera.

Resultado: foco, ahorro de tiempo y ¡tarea realizada!

 

6- El correo electrónico: domando a ese monstruo descontrolado 

 

Soy de las que conoció la vida laboral con fax, ¡en serio te lo digo! 

Por ello, la llegada del correo electrónico, en su momento, me pareció a la par revolucionario y emocionante. ¡Qué rapidez! ¡Cuánto ahorro de tiempo!

La realidad es que se ha convertido en otra de esas herramientas que pareciera haberse adueñado de nuestras vidas. 

La mejor manera de gestionarlo que yo he encontrado hasta ahora es la siguiente:

  • solo miro y gestiono los correos dos veces al día y desde el ordenador: al medio día y por la tarde. El resto del día evito ocuparme de ellos. Es la mejor manera de no pasar nada por alto y de liberar espacio para otras cosas. Si no pones unas reglas es muy posible que la marea de los correos te arrastre durante una buena cantidad de tiempo. Además, si te resulta posible, es recomendable no empezar el día leyendo/ gestionando el correo por lo que explicaba antes: no queremos vivir más al ritmo de otros, sino al nuestro.
  • procuro que la bandeja de entrada esté siempre vacía o que en ella solo haya correos no leídos. Para ello:

         – Si responder me lleva menos de un minuto, lo hago sobre la marcha y archivo.

         – Si me lleva más de un minuto lo agendo y archivo

         – Si se trata de simple lectura sobre temas que me interesan, lo paso a la carpeta de lectura y una vez leído lo archivo o lo elimino.

Estas son mis carpetas:

Procesar: aquí vienen todos los email que necesitan acción por mi parte. Si me ocupan más de un minuto, los pongo en esta carpeta, agendo la acción y después lo clasifico.

Leer: en esta carpeta meto todos los correos que me apetece leer, pero no lo voy a  hacer inmediatamente. Fíjate un día a la semana para la lectura de estos correos y si al final no los lees, pásalos a la carpeta “archivo” o incluso bórralos.

En espera: si los correos requieren acción de otra persona antes de dar el asunto por zanjado, los paso a esta carpeta y los archivo una vez que la acción haya sido completada.

Archivo: aquí llevo todos los correos ya tratados o informativos que no requieren acción pero que querré consultar en algún momento.

  • Desactiva también las notificaciones del email, son una fuente de distracción que contribuyen a la pérdida de tiempo y de concentración.

La cuestión es que encuentres tu manera, que sea lo más sencilla posible y que lo cumplas.

Hacerlo aumentará, no solo tu tiempo para dedicarte a otras cosas, sino tu satisfacción personal, tu autoestima y tus niveles de tranquilidad.

 

7- Las redes sociales: simplifica 

¿Has calculado alguna vez cuántas veces pasamos en las redes sociales

Dicen por ahí que la media diaria es de unas ¡dos horas al día!

¿Qué harías si te regalaran dos horas más al día?

Para los que trabajamos en el mundo online puede que la cosa sea diferente porque queremos tener la mayor presencia posible para que nuestro mensaje llegue al mayor número de personas. Y aún así habría que coger la afirmación que acabo de hacer con pinzas.

Pero si utilizas las redes como manera de ocio, para socializar o para inspirarte, no pasa nada, todo está bien mientras que las redes no vengan a sustituir las relaciones verdaderas y auténticas y no dominen tu tiempo libre. 

  • Analiza si no te gustaría dedicar ese tiempo a cosas que te llenen más. Y si es así, ¿qué cosas serían esas? Haz una lista y agenda cuándo te vas a dedicar a ellas.
  • También puede ser una buena idea quedarte solo en una o dos redes y descartar el resto y si es posible, quitar las apps del teléfono.
  • Al igual que hicimos con el email, decide cuánto tiempo al día quieres pasar tu tiempo en redes y hazlo solo en ese momento que has estipulado de antemano.

Todo lo dicho nos lleva al siguiente punto.  

 

8- Deja atrás tu miedo a perderte algo 

 

Una de las razones por las que muchas personas están completamente enganchadas a la tecnología es por el miedo a perderse algo, el famoso querer “estar en misa y repicando” o el más sofisticado FOMO de hoy en día (Fear Of Missing Out).

Al tratarse de un miedo mental que no biológico, nos hace creer que hay peligro y que vamos a perder algo. Sin embargo, se trata ‘solo’ de una construcción mental que proviene de nuestros pensamientos, tenemos miedo porque creemos que algo negativo va a ocurrir:

  • no tener de qué hablar si no veo esa serie/ programa, etc
  • no estar al día de la actualidad
  • perderme las últimas tendencias y quedar desfasad@
  • y en definitiva, quedarme aislado y que me rechacen por todo ello.

Mira tu miedo de frente. 

El único lugar en el que sí debes estar presente es en tu vida, no en la de otros. Sabiendo y aplicando esto:

¡adios FOMO, hola tranquilad!

 

9- Pasa 1 día a la semana sin móvil

 

Ahora que ya hemos puesto orden y despejado la pista, vamos a dar un pasito más allá: 

¿qué me dices de pasar un día entero sin móvil? 

Si te parece duro, empieza con medio día, pero te aseguro que en cuanto le cojas el gustillo ni te acordarás de su existencia 🙂

 

10- Pasa 1 día a la semana sin tecnología

El siguiente paso sería pasar un día a la semana sin ningún tipo de tecnología. 

En mi caso, el día elegido suele ser el sábado. Es un día en el que me dedico a actividades que no requieren el uso de pantallas: pintar, inventar nuevas recetas, recolectar, caminar, jugar, etc. Es más, a veces ni siquiera leo para evitar seguir en la mente y darle más espacio a mi faceta creativa. 

Te propongo que hagas una lista de cosas que te gusta(ría) hacer y llevas posponiendo desde ni se sabe cuando. Elige una y dale cabida ese día que has escogido para estar desconectad@.

Es posible que al principio pienses que estás perdiendo el tiempo, a mi me pasó. Sin embargo te sentirás cada vez mejor, con más calma, más energía y satisfacción personal.

 

11- ¿Pasas tu tiempo libre delante de una pantalla?

 

A menudo pienso cómo eran mis momentos de ocio cuando no existían ni internet ni el teléfono móvil. 

En mi casa había una librería enorme que contemplaba a menudo pensado con expectación cuál sería el siguiente libro con el que deleitarse. 

La otra actividad que más hacía era estar con mis amigos: “quedar”, “bajar”, ir a dar una vuelta, a tomar algo. También me gustaba mucho escribir cartas, qué actividad tan del siglo XX ¿verdad? 🙂

Ahora los momentos de ocio se encuentran invadidos por las pantallas y el mundo virtual. He escuchado más de una vez decir “yo prefiero estar en mi casa tranquilo viendo una serie antes que quedar con alguien”. 

No lo juzgo, incluso no me extraña sabiendo la cantidad de estímulos a los que estamos sometidos a diario. A veces no nos queda energía para otra cosa.

En cualquier caso, de lo que se trata es de que analices si la tecnología no está ocupando demasiado espacio de tu tiempo libre.

Si es así, decide sobre la marcha qué otras cosas te gustaría hacer y de ese modo reducir dicho tiempo.

 

12- Ponte a dieta de información

 

Este concepto lo escuché por primera vez hace unos años en un seminario de Sergio Fernández. La verdad es que me encantó y empecé a aplicarlo a sobre la marcha. 

La idea es que:

  • selecciones información que te nutra, que te de energía, que te haga vibrar alto.
  • Apagues la tele (si no te has deshecho de ella todavía), cierres los periódicos y dejes de escuchar los medios de desinformación masivos que ensucian el mundo con sus mensajes manipulados de miedo y desesperanza. 

Te aseguro que hay un antes y después tras la puesta en práctica de esta propuesta.  

 

13- ¿Qué hacemos con los niños?

Este tema daría para un artículo entero, y aunque no soy la gran experta en la materia, si puedo hablarte de mi experiencia.

El gran peligro de todos estos dispositivos electrónicos, ya lo he dicho arriba: crean adicción. Si son adictivos hasta para los adultos, imagínate los estragos que pueden causar en los niños. 

Hace años descubrí el trabajo de Catherine L’Ecuyer sobre este tema. Según la investigadora canadiense:

  • son adictivos porque introducen al niño en un círculo de recompensa a través de la producción de dopamina. 
  • crean fascinación y no atención sostenida
  • son pasivos: reciben estímulos que los hipnotizan

Lo que yo te propongo es que creeis un plan familiar entre todos y que lo pongáis todos en práctica. No siempre es sencillo, pero al menos tendrás una guía en la que basarte.

  • Decide cuánto tiempo al día pueden ver en la tele/ ordenador programas/series/películas. Cuando nuestros hijos eran pequeños, les dábamos un sobre a cada uno con 7 figuritas de madera. Cada vez que veían un programa nos tenían que dar una, y cuando se acababan, no había más pantallas. Así aprendían a dosificar y hacer mejores elecciones. 
  • Decide a partir de qué edad tendrán móvil y acceso a redes. En nuestro caso fue a partir de la escuela secundaria, sobre los 12 años. Admito que mirando atrás, me parece pronto. La adolescencia es mejor edad (14 años) porque pienso que tienen más capacidad de autogestión.
  • Establece una relación con tus hijos basada en la confianza. Ayuda mucho a que compartan sus inquietudes y a que recurran a ti en caso de problemas.
  • Es importante que se fijen pautas que toda la familia ponga en práctica, por ejemplo, no tener móviles en la mesa cuando se come, o dejar de usar pantallas dos horas antes de acostarse, etc. Predicar con el ejemplo es a mi parecer, no la mejor forma de educar, sino la única efectiva.
  • Anima a tus hijos a priorizar las relaciones cara a cara. De este modo los interlocutores están presentes y concentrados el uno en el otro. Socializar a través de los numerosos chats que existen da lugar a un torrente de emociones que incluso muchos adultos tienen dificultad en gestionar. Nada más frustrante que iniciar una conversación y que no te respondan o te dejen a medias y tu cabeza empiece a armar todo tipo de inquietantes suposiciones.

 

Y para terminar, ¡abre tu corazón!

 

Siento que el mayor peligro de usar la tecnología de manera excesiva es que nos desconecta de nuestro corazón y nos mantiene todavía más en la mente.

 ¿Qué harías si te quedaran 3 meses de vida?

Apuesto a que no los pasarías mirando pantallas. Estoy segura de que querrías estar con tus seres queridos, o viajando, o realizando todo aquello que fuiste dejando de lado, aunque era importante para ti. 

Pues hazlo ya, hazlo hoy.

La vida en este mundo no es eterna, así que abre tu corazón y vívela intensamente ahora, que es el único momento que existe.

 

Ahora me encantará saber una cosa:

¿Qué harás con el tiempo que has recuperado?

¿Compartes con nosotros tus trucos de minimalismo digital?

¡Cuéntamelo en los comentarios!

Un abrazo muy grande,

Kiki

 

Crédito de imágenes Pixabay

 

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Soy Kiki Nárdiz, coautora del blog Rewilding Drum, desde el que comparto estrategias y herramientas para ayudarte a salir del automatismo y a recuperar la energía vital a través del contacto consciente con la naturaleza. Te regalo mi guía “7 errores que te alejan de tu naturaleza salvaje y cómo solucionarlos”.

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